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martes, 30 de abril de 2013

Dehesa Boyal


Hoy ha amanecido nevando, con el campo blanco como si fuera a llegar la Navidad en vez del puente de mayo. Así que cuando he salido a mediodía me he abrigado como para aguantar una ventisca.

viernes, 12 de abril de 2013

Dehesa Boyal


Un nuevo recorrido hasta la dehesa Boyal, siguiendo el camino que bordea el Soto de Viñuelas. Un sendero precioso y aislado en el que es fácil ver volar rapaces por encima de nuestras cabezas.


miércoles, 31 de octubre de 2012

Vuelta Soto de Viñuelas


No recuerdo cuales eran los dos errores que cometieron en la película, pero los míos han sido de libro. Correr mucho sin haberme repuesto todavía después de una carrera larga y, sobre todo, no haber comido bien antes de salir.

El caso es que entre una cosa y otra, he empezado ya cansado... y he llegado muy cansado. Y encima, a los cinco minutos se me ha roto la bolsa de agua y he tenido que hacer un apaño para no perder todo el líquido.
El camino estaba embarrado por las últimas lluvias, pero el día soleado y fresquito era perfecto para correr. Y el campo más bonito ahora que nunca. Bueno, no. Más bonito que nunca no. Pero al menos bastante bonito.

Al principio iba más o menos bien. Pero ya después de 10 km. he tenido que empezar a bajar el ritmo (que no era precisamente alegre y saltarín). Y en la subida antes de los 20 km. he tenido que andar un rato (con la excusa de rellenar la botella con el líquido de la bolsa).

Después me he arrastrado durante unos cinco kilómetros hasta que el cuerpo ha asimilado la bebida (hoy he probado el Tang de toda la vida, que no está nada mal) y la comida. He andado un ratillo, pero he entendido por qué la gente sigue corriendo en estos casos. No es por ser más machotes, ni por prurito del deportista. Es porque lo único que queremos es acabar ya con esta farsa. Y si andamos, la cosa dura más. Por eso preferimos correr. O trotar. O imitar a Chiquito (mi caso).

Al final, ya un poco recuperado, he cogido otra vez un ritmo que podría ser llamado “correr” (al menos nuestra madre y nuestros mejores amigos lo llamarían así). Con las piernas flojas y la vista cansada he disfrutado de la ducha como un bendito.

En resumen:
  • Aunque parezca que el cuerpo está bien, después de haber corrido una tirada larga es mejor tomárselo con tranquilidad. Tras una carrera de 40 km. debo seguir con una de 15 km. (no de 30 km.)
  • Y lo de comer es para darme de tortas. Aunque nunca mejor el refrán de que en el pecado llevo la penitencia. Si voy a correr mucho, debo comer antes mucho. Y no la mierdecilla que me he desayunado. Y no. Unas barritas por el camino no son un sustituto (aunque arreglan un poco el desaguisado).
  • Por cierto, los bizcochos ya son sinónimo del sufrimiento, por lo que va a ser mejor cambiar de marca para no echarme a llorar al abrirlos.
  • Y lo que no termina de convencerme son los pulmones. Hoy no hacía frío y sin embargo he tenido las mismas sensaciones negativas que el otro día de madrugada. Duelen y la sensación es como si no llegara bien el aire. Será que nos hacemos viejos.

32,56 Km (20,23 millas)
360 m
3h 29 min (9,35 km/h)