lunes, 19 de mayo de 2014

Distancias raras

En un mundo dominado por el sistema métrico-decimal hay dos carreras que se han hecho un hueco en nuestras cabezas con distancias que se salen de la norma. Y lo más curioso es que las dos nacieron en las islas británicas.

La primera fue la reina del medio fondo, cuando los mejores adoradores de esta categoría hablaban inglés con acento de Oxford. La segunda nació de una leyenda antigua a orillas del Mediterráneo, pero quedó fijada para siempre en la capital inglesa.

Milla (1.609,34 metros)

Correr una distancia de 1.609,34 metros no tiene demasiada lógica para nadie que no sea inglés. Y sin embargo, la batalla por bajar de los cuatro minutos en esa distancia fue épica. El héroe que consiguió romper la barrera fue Roger Bannister, el 5 de mayo de 1954.

Con el paso de los años la prueba perdió interés incluso en el Reino Unido, y terminó reconvirtiéndose en la de 1.500 metros. Aunque todavía se sigue corriendo en plan nostálgico. Las plusmarcas actuales las tienen Hicham el Guerrouj, con una marca de 3:43.13, y Svetlana Masterkova, con una marca de 4:12.56.

Maratón (42,195 km.)

La madre de todas las carreras se basa en mitos, leyendas y equivocaciones. La historia de un soldado corriendo desde la llanura de Maratón hasta Atenas para dar cuenta de la victoria, cayendo muerto al completar la hazaña, forma parte del mismo corpus histórico que el Ratoncito Pérez.

Parece que el responsable de todo el lío fue realmente Herodoto. Según él, el soldado Filípides fue enviado a Esparta para pedir ayuda contra la invasión de los persas, quienes estaban avanzando hacia Maratón. Pero luego la gente se fue confundiendo y así nació la leyenda.

Aunque Filípides corrió realmente unos 240 km. (en un par de días según Heródoto), la leyenda pudo con la historia y el Maratón quedó fijado en 40 kilómetros por el COI para la prueba de los Juegos Olímpicos de Atenas, en 1894.

Los 42.195 metros actuales llegaron años más tarde. En los Juegos Olímpicos de Londres de 1908, la reina estableció de forma fortuita esta distancia, que es la que separa su residencia de Windsor del estadio White City, en Londres. Los últimos metros fueron añadidos para que la meta estuviera frente al palco presidencial del estadio (con un lío de puertas incluido). Y esa fue la distancia que quedó establecida definitivamente como oficial en 1921.

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