lunes, 8 de abril de 2013

Ritos, rutinas y rituales


Siempre he tratado de evitarlos. En casi todo lo que hago. Creo que los tres matan lo que de verdad me gusta. Y aunque sé que hay gente que disfruta y se siente reconfortada con sus pequeños ritos y sus rutinas diarias, a mí no me aportan nada bueno.

Tengo amigos a los que les gusta correr por los mismos recorridos para poder controlar mejor el tiempo que hacen. Otros llevan siempre la camiseta de la suerte o se atan los zapatos con una repetición de movimientos digna de la ceremonia del té.


Yo me esfuerzo cada día en romper mis ritmos. No me gusta la rutina. Cambio mis recorridos constantemente e intento descubrir siempre nuevos caminos. A veces los recorro en diferente sentido. A veces lo hago a diferentes horas del día o de la noche. Nunca sigo un plan de entrenamientos.

Hay semanas en las que corro cuatro días y otras en las que corro sólo uno (o ninguno). Si de pronto tengo un rato libre de verdad, me pongo las zapatillas y salgo a correr por el campo. O no. Trato de combinar recorridos largos con otros medianos, pero más por darle un respiro a mi cuerpo que por seguir una norma.

Por eso creo que todavía sigo disfrutando tanto de correr por el monte. Porque cada día me aporta algo nuevo. Y puede que si me viera obligado a correr siempre por el mismo sitio dejara de hacerlo.

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